Gran parte de la población desconoce que somos que somos encargados del control externo, y que ellos conlleva a una serie de procedimientos y normas para regular el control y fiscalización de todas personas o institución que, de un modo u otro, recauden, administren o reciban a cualquier título recursos públicos.
A diferencia de los que piensan muchos, mas, sin embargo, mediante auditorías, normas, investigaciones, y resoluciones regulamos y fiscalizamos la administración pública central, las instituciones autónomas y descentralizadas del Estado, los ayuntamientos y distritos municipales, así como también las organizaciones no gubernamentales que reciben recursos públicos.
Para una mejor aplicación de la ley que nos rige es imprescindible crear un canal de información con miras a que el ciudadano común conozca mediante el control social como puede participar y colaborar en la erradicación de los actos de corrupción, nepotismo y prevaricación.
La corrupción es un fantasma que nos envuelve a todos, y por ellos se ha convertido en un cáncer que afecta a toda la sociedad del mundo, pero muy especialmente a los países latinoamericanos. Nosotros, en particular, debemos imitar el ejemplo de nuestro patricio Juan Pablo Duarte, quien fue el primer dominicano que hizo una rendición de cuentas en el año 1844, no obstante carecer el país en ese entonces, de una normativa que lo obligase.
Uno de los propósitos de los nuevos integrantes de la Cámara de Cuentas es promover como práctica institucional la rendición de cuentas, así como la transparencia y el derecho de los ciudadanos al acceso a la información pública; de igual modo proporcionar las informaciones útiles y necesarias a todas personas físicas o jurídica que los solicite, especialmente a las personas sujetas a la ley 10-04, con el objetivo de transparentar y prevenir la comisión de errores, desviaciones e irregularidades en el manejo y administración de los recursos públicos.